Proclamar íntegro el Mensaje de la Salvación

Cuantas veces desvirtuamos el mensaje del evangelio con nuestro anti-testimonio, a veces adornándolo tanto que parece más «nuestra» buena noticia que la Buena Nueva del Reino. La acomodamos a nuestro gusto y disgusto que más que mensaje de Salvación parece la versión reducida de la vida de un héroe de historieta.

Otras veces le quitamos el brillo que tiene, cuando la presentamos huera, sin vida, sin testimoniar la acción de Dios en nuestras vidas, mensajes que aveces no creemos y que por tanto tampoco vivimos.
Algunas veces la reducimos a cuento, fábula, historia de hace tiempo de una persona genial que entiende todo lo que haces.

El Papa Benedicto XVI cuando recibía en audiencia a los participantes en la Reunión Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina entre otras cosas y poniendo la visión en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe les decía: «es necesario proclamar íntegro el Mensaje de la Salvación, que llegue a impregnar las raíces de la cultura y se encarne en el momento histórico latinoamericano actual, para responder mejor a sus necesidades y legítimas aspiraciones. Al mismo tiempo, se ha de reconocer y defender siempre la dignidad de cada ser humano como criterio fundamental de los proyectos sociales, culturales y económicos, que ayuden a construir la historia según el designio de Dios”.

De seguro que mensajes como los que describía arriba, en los primeros párrafos no impregnan siquiera los oídos de los oyentes, como me decía mi maestra de 1º grado: «te entra por una oreja y te sale por la otra».

Encuentro; encuentro con Cristo nos hace falta, ser discípulos del Maestro para aprender cómo El predicaba, cómo El enseñaba. Estar a sus pies como María, escucharlo y guardarlo todo en nuestro corazón como su Madre lo hacía. Sólo a los pies del Maestro podremos hacer realidad el pedido del Papa. Necesitamos predicadores entusiasmados, o mejor aún enamorados de la Palabra de Dios, predicadores que hayan sido sanados como el ciego de nacimiento, proclamadores que hayan recostado su cabeza sobre el pecho de Jesús como San Juan en la última cena, discípulos que sientan arder su corazón en cada Eucaristía como los de Emaús, hombres que hayan escuchado el llamado de Cristo como escuchó Leví que dejándolo todo lo siguió, pescadores de hombres que le presten su barca al Maestro y se animen a caminar sobre las aguas, sembradores de la Buena Noticia que se animen a llevar con claridad y sencillez el Evangelio a todas partes, Discípulos y Misioneros audaces que se animen a todo.

Dios necesita de nuestra colaboración para llegar a nuestros hermanos, El no nos deja solos, nos equipa con herramientas, nos unge con su Espíritu Santo y nos promete su asistencia todos los días hasta el fin del mundo. Qué le respondes?